sábado, enero 06, 2007

Crónicas de una noche extraña

Decides irte a casa, el exceso de ron y cerveza te está matando y mezclado con ese taladrante sonido que ponen como música en esa extraña discoteca te estás rallando más de lo que deberías. Así que, como ya has decidido, te vas a casa. Caminas hasta el metro y ves que ya pasan metros, de hecho hay un metro llegando y te emparanoias en que es el tuyo, decides bajar corriendo para poder cojerlo, sin pagar, dos guardias y la taquillera te empiezan a gritar que pares, que tienes que pagar y uno de ellos corre para cojerte, pero las puertas del metro se cierran tras de tí y al guardia no le da tiempo a llegar hasta donde estás. Vas a la esquina del metro, ya en movimiento, y vomitas. Te sientas y miras a una mujer delante de ti, una voz anuncia la próxima parada y te das cuenta de que te has pasado de parada, el metro para, te levantas, te tambaleas un poco, miras el nombre de la parada y piensas que si, te has pasado de parada, aún así le preguntas a la mujer cual es la próxima parada y te dice una parada, casualmente tu destino. Te congratulas y te sientas, el metro se pone en funcionamiento y te mareas bastante, te miras reflejado y sientes pena de ti mismo. Bajas del metro en la parada correcta y te encaminas a otro metro para realizar el transbordo pertinente, subes al metro tras una espera de unos minutos y vomitas de nuevo, 2 o 3 personas te miran con desprecio. Piensas que no es para tanto y escupes los tropezones, finalmente llegas a tu parada y sales del metro, te toca pagar el billete y ticas el último viaje de tu bonometro, lo rompes y te vas a casa. Por el camino hasta casa vomitas unas cuantas veces y finalmente, no con poco esfuerzo, logras abrir la puerta de tu casa y finalmente dormir. Te levantas, te duele todo, no puedes moverte, te arrepientes de muchas cosas y piensas que esto tiene que acabar para siempre, tras una espera de una hora logras levantarte para beber mucha agua y tomarte medicamentos contra el dolor de cabeza, vas a la cocina, te tomas un trozo de carne que había casualmente, un trago de coca cola y eructas muy fuerte. Te entran unas ganas inmensas de comer longaniza de pascua. Decides ir a comprar, ya que en casa no tienes. No, decides quedarte en casa, te acuestas y ya no te levantas hasta bastante entrada la tarde.

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