jueves, noviembre 30, 2006

Wireless

Mientras se adecuaba a su nueva situación y practicaba la forma de moverse que tendría que realizar a partir de ahora, Oswaldo se lamentaba del error cometido. Vender su cuerpo a ese extraño caballero tal vez no había sido la mejor de las ideas, pero esa ultima semana de todo lo que desees pagado había sido magnífica. Tras de sí solo había dejado un cuerpo desgastado por una semana de excesos en todos los aspectos y una vida que no le convencía. Oswaldo se preguntaba si lo que era su cuerpo sería de alguna utilidad, pues estaba claro que en muy buenas condiciones no estaban sus órganos, realmente la semana esa había sido una gran fiesta. Poco a poco se iba amoldando a ese extraño cuerpo robótico donde habían metido su cerebro y que no tenía muy claro como funcionaba. El caso es que el tenía que pensar "muevete hacia delante" y se movía hacia delante. Y así con todo acto que quisiera realizar. Con el tiempo el error se convirtió en ventaja. Su cuerpo parecía prácticamente humano, con la excepción de un pequeño puerto de datos tras una oreja todo había sido planeado para que pareciera un humano y ese puerto de datos no era más que una forma de reconocer a un robot por parte de los científicos humanos que lo habían desarrollado. "Por si acaso", decían. Visto el éxito que fué y que fué capaz de infiltrarse durante un año en un entorno humano sin ser detectado, fué enviado a la televisión a enriquecerse por el hecho de ser un robot, y con el sus creadores, pero yendo hasta el estudio de televisión, ya totalmente acostumbrado a su cuerpo, el cual carecía de las limitaciones físicas humanas, le sucedió algo extraño. Su cuerpo comenzó a moverse sin su control, y se sentía raro, muy raro. El científico que lo acompañaba llamó inmediatamente a sus superiores para comunicarles el hecho e inmediatamente le dijo al conductor que se detuviera y que se alejara rápidamente de allí. Los creadores de este complejo proyecto no habían previsto que Oswaldo 2.0, como gustaba de llamarse a si mismo, entraría en conflicto inalámbrico con Pamela, el otro robot que habían creado y se sintieron estúpidos al haberle asignado el mismo rango de frecuencias a los receptores de su cuerpo para captar las ondas del procesador que convertía sus pensamientos en señales. Y más estúpidos todavía al haberle implantado un amplificador de frecuencias tan potente que sus señales llegaban al coche que iba detras de ellos, con Pamela, moviendose de forma extraña, a bordo. "Para la próxima versión usaremos cables de los de toda la vida", pensaron.

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