domingo, diciembre 03, 2006

Siempre procuré no implicarme demasiado

El árbol permanecía en su puesto, firme, en la colina, último vestigio de un tiempo mejor. Pero había gente que no pensaba así, consideraban al árbol como un infecto reducto de un pasado que, si podríamos considerar que no había estado mal, estaba limitando a la colina como colina, pues la colina era conocida como la colina del árbol. Se mantenía subyugada a la existencia de este árbol y hasta su denominación era en base al árbol. Un buen día alguien muy sabio decidió talar el árbol. La existencia de la colina mejoró, y si bien al principio todos consideraban un error convertir la colina en una colina más, ahora las madres dejaban a sus hijos jugar en esa colina, pues no había ya ningún riesgo de que se subieran al árbol y se cayeran. Todos salieron ganando. Menos el árbol.

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