miércoles, julio 12, 2006

Apúrate, gordo

Mañana posiblemente estaré muerto, mi cuerpo no aguantará una noche más, con las arterias prácticamente taponadas, el calor dilatando la grasa hasta hacer de la circulación poco más que un recuerdo de un cuerpo vivo. Tal vez fallezca antes, cuando el calor hierva mi cerebro hasta hacerlo tan inservible como una manzana al horno. El cuello me palpita, indicándome que proceda a disfrutar por última vez, mis horas están contadas, ¿cuantas serán?, no se me ha dicho, ¿lograré convertirme en leyenda en ese breve tiempo?, nunca se sabe. Cojo el rifle y me dirijo a la ventana, ya que no he logrado acabar con alguna de las grandes pesadillas de este mundo, extirparé una mínima parte de su cancer. 4 disparos bastan para acabar con aquellos dos cabezas rapadas. Las fuerzas de seguridad no tardan en llegar, pero yo ya no estoy allí, he abandonado todas mis pertenencias, sacrificado mi vida actual a cambio de poder disfrutar del fin de mi vida haciendo lo que siempre quise hacer, matar. Subo al coche, suena Daphne, de John Paul Jones, ideal para sentir el aire en la cara mientras circulo a algo más de 100 km/h por la gran via, sin importarme si destrozo a algún inconsciente que decida ponerse en medio. No ha habido suerte, llego sin problemas al rio y bajo, con una pistola en cada mano, disparando a todo aquel que me mira, sirenas de fondo, vienen a por mí, pero aún tengo tiempo para disfrutar, podré emular a algunos grandes heroes, luchando contra la autoridad, me alegra el saber que mañana pondrán mi nombre en el periódico, bajo caminando tranquilamente al rio y acabo con un par de niños que me miraban con curiosidad. Mi coche explota, esa técnica que ví en aquella película ha funcionado, soy la persona más inteligente del mundo. Me acerco a un cadaver, me empapo la cara y parte de la cabeza con sangre y me tumbo, totalmente quieto, escondiendo previamente una de las pistolas bajo el cadaver que he usado para maquillarme y la otra bajo mi propio cuerpo. Varios policias pasan corriendo a mi lado, uno de ellos ladra a su teléfono solicitando más ambulancias, hay cuatro cuerpos más allí. Oigo una música extraña, no la asocio a nada, y todo se vuelve blanco. ¿Que sucede?, no entiendo nada. Soy yo, a lo lejos, me estoy viendo, levantado, caminando, me tropiezo y caigo al suelo, pero yo no lo siento, solo lo veo. Siento que me indican que debo acercarme a mi caido cuerpo, no lo oigo ni lo veo, simplemente lo siento. Sin gran esfuerzo llego para ver mi cuerpo en una caja de madera, no logro distinguir la madera pero se que es una caja de pino de las más baratas que existen, nadie ha reclamado mi cuerpo y me van a enterrar. Me despierto de repente, estoy caminando por la calle, estoy subiendo a un ascensor, estoy jugando al futbol con unos niños, estoy subiendo en un ascensor lleno de gente, estoy corriendo por un campo lleno de flores, estoy en el hospital, levantandome, estoy cayendo desde un altísimo edificio, estoy disparando. Yo tenía razón, era mi último dia de vida, tal vez esa comida tan grasienta no fué lo adecuado para la salud de mi corazón. Mi cuerpo es extraido de mi casa bajo una manta y yo me planteo muchas cosas.

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