viernes, noviembre 30, 2007

Historia corta

Me encontraba yo con media hora libre y decidí salir caminando hacia el lugar en el que tenía que estar dentro de una hora (ya que en transporte público me cuesta media hora y andando una hora, de ahí mi media hora libre). Al principio todo iba muy bien pero, poco deportista que es uno, comencé a sentir a la media hora signos de fatiga, pero continué caminando. Un cuarto de hora despues notaba mi corazón palpitar intensamente y decidí parar unos instantes. Toqué mi corazón y lo sentí. Corría a altas velocidades, un ritmo por encima de sus capacidades, pero sentí otra cosa...mi pecho, engordado por la grasa que invadía mi cuerpo, era exáctamente igual al último pecho femenino que había tocado, y entonces sufrí una erección con tan mala fortuna que al estar toda mi grasienta sangre dedicada a proporcionar a mi cansado cerebro el oxígeno que necesitaba, al acumularse sangre en el miembro viril el suministro de oxígeno se redujo por debajo del mínimo necesario y sufrí una apoplejia que acabó con mi ser tal y como siempre lo hemos conocido.

No hay comentarios: