miércoles, octubre 24, 2007

Paranoias

Estábamos ella y yo sentados en una mesa, con un tio feo y algo gordo y con ese chaval, cuando ella me dijo que se quería comprar un huevo caliente de la máquina que había justo a nuestro lado. Introdujo el dinero y al apretar el botón no salió nada, insistió y finalmente apretó el botón de al lado, por si se estaba equivocando de botón (algo muy propio de ella). Salió un huevo de chocolate con leche condensada. Comenzó a quejarse y, amable que soy, me ofrecí a comprarle un huevo caliente, ya que, casualmente (mentira, solo intentaba hacerle la pelota), a mi me apetecía un huevo de chocolate con leche condensada. Me dijo que no pero gracias, y esto lo decía cuando ya había deglutido medio huevo y el concierto estaba a punto de empezar, de repente el ruido intenso empezó y ella estaba bailando bastante agarrada con el tio feo y algo gordo y ese chaval los miraba con odio. Y en ese momento, al ver a esa pareja improvisada, me di cuenta de que, al igual que ese chaval, yo también se sentir celos.

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