martes, mayo 06, 2008

Historias de guerra

Entramos, ya sin munición y de noche, a una finca abandonada semiderruida. Como somos idiotas gritamos buscando a alguien vivo, nadie contestó. Cogimos un palo y, guiados por la linterna, íbamos golpeando en las zonas peligrosas para verificar que no hubiera alguien. O algo.

De repente una voz. Una chica. Nos dijo que fuéramos con ella a un lugar seguro, que estábamos armando demasiado escándalo. La vimos, era mona, así que decidimos seguirla, nos fuimos al sótano y una vez allí ella sabía como cerrar por dentro de forma que se podia salir en caso de urgencia con una sola patada y no se podía abrir desde fuera sin las herramientas adecuadas.

Empezamos a hablar, en voz baja, y nos contó que ella llevaba años allí, desde bastante antes de que empezara esta guerra, estudiando a un ser que vivía en las catacumbas de la ciudad. Pusimos interes en la macabra historia, y nos mostró el único punto de la ciudad por el que el ser ese tenía contacto con el exterior.

Tras largo rato, logramos convencerla para que abriera esa escotilla con doble seguridad durante unos momentos y gritarle cosas al monstruo, esas ansias de existir que teníamos eran demasiado arriesgadas, pero necesarias. Lo hicimos y nos reimos, rápidamente cerramos la escotilla, ya que la científica rara cachonda esa nos dijo que era peligroso, que oia al monstruo acercarse.

Algo golpeó la escotilla por dentro, era el monstruo, la científica se puso nerviosa, nosotros jaleamos por nuestra victoria y cantamos el himno del escuadrón, alegres. Nos callamos cuando una voz rara dijo: "Ya os pillaré, ya" desde dentro de la escotilla. Seguimos cantando. La científica no tenia birras, pero logramos convencerla para que sintetizara alcohol con las movidas esas que no entendíamos y tubos y líquidos raros que tenía por allí.

A la mañana siguiente, el soldado raro y sospechoso nos traicionó. A punta de palo afilado nos obligó a salir, como teníamos resaca nos dejamos vencer. Se encerró y liberó al monstruo. Nos fuimos corriendo. Desde entonces vivimos cada uno en un lugar que vamos cambiando cada vez. Nos comunicamos por teléfono para no coincidir 2 nunca en un mismo sitio, ya que nuestro olor sería tan grande al haber dos en un mismo lugar que el monstruo nos detectaría y tardaría pocas horas en llegar hasta nosotros. Corre muy rápido el cabrón.

Y así son las cosas. La científica, buenorra y escondida, mis soldados, esparcidos por ahí, el traidor, esparcido por ahí, pero este no metafóricamente y yo aquí, frente al pc escribiendo chorradas.

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