viernes, agosto 10, 2007

La guitarra sonaba dúlcemente en sus manos, su voz sonaba tierna y calurosa, sus pelos estaban erizados por la emoción de haber compuesto una canción tan maravillosa y todo eso combinado le provocó una erección. Pronto se arrepintió de ser tan vulgar, pero era su camino, al fin y al cabo, era un fracasado que no lograba encontrar el amor con su música, con su persona o con su dinero. Tanto dinero en estética y en equipo para su guitarra no le había servido para nada, las clases de armonía para menos todavía, ya que de tanta escala, contrapunto, tiempo, solfeo y cosas similares únicamente aprovechaba los acordas más básicos que aprendió de joven acompañando al cura en las canciones de catequesis. La vida era dura para el pobrecito John Pene. Había venido al mundo con este nombre tan horrible, así era. Un día le dijimos que su (aburrida) música no estaba mal, pero no sirvió para nada. No deja de ser un fracasado el imbécil ese.

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