Vicent tenía depresión, pero aún así cumplia con su trabajo como todo un profesional, pero un día, cuando estaba en el baño vomitando esperma de su jefe, decidió que todo iba a cambiar. Volvió a su puesto y nada cambió, salvo una idea obsesiva en el fondo de su mente.
Dos meses después, cuando Vicent limpiaba, con una escobilla, el water, ya que sus heces salían prácticamente trituradas en su propio envase original por la presión y taladramiento a la que eran sometidas durante sus visitas a los despachos de los miemrbos de la junta directiva de la empresa, Vicent explotó, y decidió matar a todos. Instantes después estaba vomitando, pero esta vez no era esperma, era bilis, contagiada de la rabia, de la ira que sentía para-con la humanidad, y ahora si, esa idea que le obsesionaba pudo fluir con libertad.
Ahora Vicent es el dueño de una empresa de cadáveres.